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Indulgencias Plenarias

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Las oraciones de las personas y las gracias de la trinidad recogidas por María y enviadas a las almas del Purgatorio

Las indulgencias plenarias remueven toda la culpa o deuda pendiente de un alma del purgatorio o si se aplica para uno de toda la deuda hasta el momento de ganarla.

Cabe recordar que para ganar la indulgencia plenaria se requiere la ejecución de la obra enriquecida con la indulgencia y el cumplimiento de las tres condiciones siguientes: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Romano Pontífice.

Se requiere además, que se excluya todo afecto al pecado, incluso venial.

Si la obra enriquecida con indulgencia plenaria es susceptible de ser dividida en partes (por ejemplo, el Rosario mariano -que se reza por partes, dividido- en decenas), el que por una causa razonable no realiza la obra completa, puede ganar, por la parte que ha realizado, indulgencia parcial.

Solo se puede ganar una indulgencia plenaria por día excepto en el caso de peligro de muerte.

Pero recuerda el sacrificio de la misa es superior a todo inclusive a las indulgencias por lo que jamás una misa tendrá indulgencia pues ya es completa por si misma por el sacrificio completo de Cristo en la misma. Así que si tienes que optar opta primero por la misa.

Descargarte la aplicación Liberando Almas del purgatorio que te ayudará junto con otras oraciones avisándote de los momentos y días para ganarlas.

Indulgencias Plenarias que se pueden ganar todos los días del año

  • la adoración del Santísimo Sacramento durante al menos media hora.
  • el piadoso ejercicio del Via Crucis.
  • el rezo del Rosario mariano o del himno Akhátistos en una iglesia o un oratorio, o en familia, en una comunidad religiosa, en una asociación piadosa y, en general, siempre que varios fieles se reúnan para un buen fin.
  • la lectura piadosa de la Sagrada Escritura durante al menos media hora.

Si por una causa razonable el fiel cristiano no puede leer, se concede la indulgencia, como se ha indicado, si el texto de la Sagrada Escritura es leído por otra persona o se escucha a través de un aparato de audio o de vídeo.

Para ganar indulgencia plenaria el el Via Crucis se establece lo siguiente:

  1. El piadoso ejercicio debe practicarse ante las estaciones del Via Crucis legítimamente erigidas.
  2. Para erigir el Via Crucis se requieren catorce cruces, a las que provechosamente se acostumbra añadir otros tantos cuadros o imágenes que representan las estaciones de Jerusalén. (Estos cuadros no son obligatorios pero sí las cruces).
  3. Según la costumbre más extendida, este piadoso ejercicio consta de catorce lecturas piadosas, a las que se añaden algunas oraciones vocales. No obstante, para realizar este piadoso ejercicio, se requiere únicamente la piadosa meditación de la Pasión y Muerte del Señor, sin que sea necesaria una consideración sobre cada uno de los misterios de las estaciones.
  4. Se requiere el paso de una estación a otra.

Si el piadoso ejercicio se practica públicamente y el movimiento de todos los presentes no puede efectuarse sin evitar el desorden, basta con que quien dirige el ejercicio se traslade a cada estación, sin que los demás se muevan de su lugar. De hecho, estarán “peregrinando” con la vista, y, mejor aun, con el corazón.

  1. Los que están legítimamente impedidos (es decir, o aquellos que de ninguna manera pueden cumplir con todos los requisitos o los que, de poder cumplimentarlos, no sería sin ocasionarse u ocasionar a otros algún serio prejuicio, como sería, por ejemplo, dejar de cuidar a un enfermo terminal) pueden ganar la misma indulgencia, si al menos por un tiempo, por ejemplo, un cuarto de hora, se dedican a la piadosa lectura y meditación de la Pasión y Muerte del Señor Jesucristo.
  2. Al piadoso ejercicio del Via Crucis se asimilan, también en lo que se refiere a la consecución de la indulgencia, otros piadosos ejercicios, aprobados por la autoridad competente, en los que se recuerda la Pasión y Muerte del Señor, manteniendo las dichas catorce estaciones.

Con respecto al Rosario se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que:

  1. rece devotamente el Rosario mariano en una iglesia u oratorio, o en familia, en una comunidad religiosa, en una asociación piadosa y, en general, en cualquier reunión de fieles; (el Rosario es el más importante de los ejercicios piadosos en honor de la Santísima Virgen María).
  2. se una devotamente al rezo de esta plegaria llevado a cabo por el Sumo Pontífice y retransmitida por radio o por televisión.

Respecto a la indulgencia plenaria, se establece lo siguiente:

a) Basta el rezo de sólo una cuarta parte del Rosario; pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.

b) A la oración vocal hay que añadir la piadosa meditación de los misterios.

c) En el rezo público, los misterios deben enunciarse de acuerdo con la costumbre admitida en cada lugar; en el rezo privado, basta con que el fiel cristiano junte a la oración vocal la meditación de los misterios.

Acto de reparación en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, rece públicamente el siguiente acto de reparación; en cualquier otra circunstancia la indulgencia será parcial.

Jesús dulcísimo, cuya caridad derramada sobre los hombres es correspondida ingratamente con tanto olvido, negligencia, desprecio; nosotros, arrodillados en tu presencia, queremos resarcir con especial reverencia tan abominable desidia e injurias con que los hombres afligen en todas partes tu amantísimo Corazón. Sin embargo, recordando que también nosotros más de una vez hemos sido culpables de tan gran indignidad, e intensamente arrepentidos por ello, imploramos en primer lugar tu misericordia a favor nuestro, dispuestos a compensar con voluntaria expiación no sólo las infamias cometidas por nosotros, sino también las de aquellos que, apartándose totalmente del camino de la salvación, rehúsan seguirte como pastor y guía, obstinados en su infidelidad o, conculcando las promesas del bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de tu ley.

Queremos expiar todos estos deplorables delitos y resarcir cada uno de ellos: la inmodestia y deshonestidad en la conducta y en el vestir, tantos lazos de corrupción preparados para las almas inocentes, los días de fiesta profanados, las maldiciones proferidas contra ti y tus santos, las injurias contra tu Vicario y el orden sacerdotal, y el mismo sacramento del amor divino olvidado o profanado con horrendos sacrilegios, y finalmente los delitos de las naciones que se oponen a las leyes y al magisterio de la Iglesia que tú fundaste.

¡Ojala pudiéramos lavar estos pecados con nuestra propia sangre! Entretanto, para resarcir el honor divino profanado, te ofrecemos la satisfacción que tú en otro tiempo ofreciste al Padre en la Cruz y que renuevas continuamente en el altar, junto con la expiación de la Virgen María, de todos los santos y de todos los fieles piadosos, prometiendo de corazón compensar, en cuanto nos sea posible, y con la ayuda de tu gracia, los pecados pretéritos, nuestros y de los demás, y tanta falta de amor, con una fe firme, con una conducta inmaculada, con una observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, impedir con todas las fuerzas las injurias contra ti, e incitar a cuantos podamos a tu seguimiento.

Acepta, benignísimo Jesús, por intercesión de la Virgen María Reparadora, la ofrenda voluntaria de esta expiación y haz que nos mantengamos con toda fidelidad en tu obediencia y servicio hasta la muerte, otorgándonos el gran don de la perseverancia, para que todos lleguemos finalmente a aquella patria donde tú, con el Padre y el Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Acto de consagración del género humano a Jesucristo Rey

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, en la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo Rey (el domingo XXXIV del Tiempo Ordinario), rece públicamente el (siguiente) acto de consagración del género humano a Jesucristo Rey; en cualquier otra circunstancia, la indulgencia será parcial.

Jesús dulcísimo, Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente en tu presencia. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y para estar más firmemente unidos a ti, hoy cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a tu Sagrado Corazón.

Muchos nunca te han conocido; muchos te han rechazado, despreciando tus mandamientos. Compadécete de unos y de otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a tu Sagrado Corazón. Reina, Señor, no sólo sobre los que nunca se han separado de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre.

Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o separados por la discordia, y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia una plena libertad y seguridad; concede a todo el mundo la tranquilidad del orden; haz que desde un extremo al otro de la tierra no se oiga más que una sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos ha venido la salvación; a él la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

himno “Adorad postrados” (Tantum ergo) en Jueves Santo

Recite piadosamente las estrofas del himno “Adorad postrados” (Tantum ergo) delante del Santísimo Sacramento expuesto solemnemente después de la Misa in Cena Domini del Jueves Santo;

Adorad postrados este Sacramento.
Cesa el viejo rito; se establece el nuevo.
Dudan los sentidos y el entendimiento:
que la fe lo supla con asentimiento.

Himnos de alabanza,
bendición y obsequio; por igual la gloria
y el poder y el reino al eterno Padre
con el Hijo eterno y el divino Espíritu,
que procede de ellos. Amén.

V. Les diste pan del cielo.
R. Que contiene en sí todo deleite.

Oremos.

Oh, Dios que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Solemne procesión eucarística en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que participe piadosamente en la solemne procesión eucarística, particularmente importante, en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, tanto si esta procesión transcurre en el interior del templo como si se realiza por el exterior; (el jueves, que es el día propio de dicha solemnidad, o el domingo siguiente, al que esta es trasladada en muchos países).

rezar “Mírame, oh, bueno y dulcísimo Jesús” en Viernes de cuaresma y Viernes Santo

Se otorga indulgencia plenaria a los fieles cristianos que oran piadosamente la oración “Mírame, oh, buen y dulce Jesús” antes de la imagen del Cristo crucificado, después de la Comunión, cualquier viernes de la Cuaresma o el viernes de la Pasión de El Señor .

Mírame, oh, buen y dulce Jesús: en tu presencia me inclino sobre mis rodillas, y con el mayor fervor de mi alma te pido y te ruego que escribas en mi corazón, dulce Jesús, sentimientos vivientes de fe, esperanza. y la caridad, el verdadero dolor de mis pecados y el firme propósito de enmendarme; mientras con gran afecto y dolor considero y contemplo en mi alma tus cinco heridas, teniendo ante mis ojos lo que el profeta David ya puso sobre tus labios sobre ti: «Mis manos y pies están perforados, puedo contar todos mis huesos»

Conmemoración de la Pasión y Muerte del Señor (Viernes Santo)

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que:

  1. el Viernes santo de la Pasión y Muerte del Señor asista piadosamente a la adoración de la cruz en la solemne Acción litúrgica. (Solamente en el marco de dicha celebración). \n\n
  2. practique el piadoso ejercicio del Via Crucis o se una piadosamente al que practica el Sumo Pontífice (en el Coliseo Romano) y que es retransmitido por la radio o la televisión.

Renueve las promesas del bautismo en la Vigilia pascual o aniversario de bautismo

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, en la celebración de la Vigilia pascual (que en su estructura tiene incorporado el rito) o en el día aniversario de su bautismo (día realmente “jubilar” para el creyente), renueve las promesas del bautismo, valiéndose de cualquier fórmula legítimamente aprobada.

Bendición papal en Pascua de Resurrección y Natividad del Señor

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que reciba piadosa y devotamente, aunque sea sólo a través de la radio o la televisión, la bendición impartida por el Sumo Pontífice: Urbi et Orbi, (bendición que se imparte solamente en los dos días más santos del año: Pascua de Resurrección y Natividad del Señor)

Himno Veni Creator en el primer día del año o Pentecostés

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, en una iglesia u oratorio, se uniere devotamente al canto o recitación solemne de: El himno Veni Creator, o bien en el primer día del año, invocando la asistencia de Dios para todo el curso del año, o bien en la solemnidad de Pentecostés.

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles
llena con tu divina gracia,
los corazones que creaste.

Tú, a quien llamamos Paráclito,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego,
caridad y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre;
Tú, fiel promesa del Padre;
que inspiras nuestras palabras.

Ilumina nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé nuestro director y nuestro guía,
para que evitemos todo mal.

Por ti conozcamos al Padre,
al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu,
por los siglos de los siglos

Gloria a Dios Padre,
y al Hijo que resucitó,
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén.

Himno Te Deum, en el último día del año

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, en una iglesia u oratorio, se uniere devotamente al canto o recitación solemne de El himno Te Deum, en el último día del año, elevando la acción de gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante el año que concluye.

A Ti, oh Dios, te alabamos,
a Ti, Señor, te reconocemos.
A Ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.

Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A Ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A Ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.

Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la Gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de Tí.

En Tí, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

Por los fieles difuntos

Se concede indulgencia plenaria, aplicable solamente a las Almas del Purgatorio, al fiel cristiano que:

  1. en cada uno de los días del 1 al 8 de noviembre visite devotamente el cementerio y haga oración por los difuntos, aunque sea solo mentalmente;
  2. en el día de la Conmemoración de los fieles difuntos (o, con el consentimiento del Ordinario, en el domingo anterior o posterior, o en el día de la solemnidad de Todos los Santos) visite una iglesia u oratorio y rece un Padrenuestro y un Credo.

Visita a los lugares sagrados

Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que visite, y rece allí devotamente el Padrenuestro y el Credo:

Una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma (San Juan de Letrán, San Pedro, Santa María la Mayor, San Pablo extra-muros), sea formando parte de una peregrinación colectiva, sea al menos expresando durante la visita el afecto de filial obediencia al Romano Pontífice;

Una basílica menor:

a) en la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo,

b) en la solemnidad del titular,

c) el día 2 de agosto, en que coincide la indulgencia de la Porciúncula,

d) una vez al año, en el día escogido por el fiel cristiano;

En la iglesia catedral:

a) en la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, el 29 de junio.

b) en la solemnidad del titular, (de dicha catedral).

c) en la celebración litúrgica de la Cátedra de san Pedro, apóstol, el 22 de febrero.

d) en la dedicación de la archibasílica del Santísimo Salvador, (que es la de San Juan de Letrán, Catedral del Obispo de Roma, el 9 de noviembre).

e) el día 2 de agosto, en que coincide la indulgencia de la Porciúncula;

  1. un santuario constituido por la competente autoridad, ya sea internacional, nacional o diocesano,

a) en la solemnidad del titular,

b) una vez al año, en el día escogido por el fiel cristiano,

c) cada vez que participe en una peregrinación colectiva que tenga lugar en el santuario;

La iglesia parroquial:

a) en la solemnidad del titular,

b) el día 2 de agosto, en que coincide la indulgencia de la Porciúncula;

Una iglesia o un altar en el mismo día de la dedicación;

Una iglesia u oratorio de un Instituto religioso o de una Sociedad de vida apostólica, en el día de su santo fundador.

Fiesta de la misericordia (segundo domingo de Pascua)

Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa) al fiel que participe en actos de piedad realizados en honor de la Divina Misericordia.

“O al menos rece, en presencia del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, ‘Jesús misericordioso, confío en ti’)”, dice el texto del decreto.

Asimismo se concede indulgencia parcial “al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas”.

También los enfermos y las personas que los asisten, los navegantes, los afectados por la guerra, las vicisitudes políticas o la inclemencia de los lugares “y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria”.

Esto siempre y cuando, con total rechazo de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales recen “frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso”.

Asimismo, si ni siquiera se pudiera hacer lo antes descrito, podrán obtener la indulgencia plenaria “los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria”.

En peligro de muerte inminente

  1. El sacerdote que administra los sacramentos a un fiel cristiano que se halla en peligro de muerte inminente no deje de impartir la bendición apostólica con la adjunta indulgencia plenaria.
  2. Si no es posible la presencia de un sacerdote, la piadosa Madre Iglesia concede benignamente indulgencia plenaria, para ganarla en peligro de muerte, al fiel cristiano debidamente dispuesto, con tal que éste, durante su vida, haya rezado habitualmente algunas oraciones; en este caso, (y esto es a manera de excepción) la Iglesia suple las tres condiciones habitualmente requeridas.
  3. Para ganar esta indulgencia plenaria es aconsejable utilizar un crucifijo o una cruz.
  4. El fiel cristiano podrá ganar esta indulgencia plenaria en peligro de muerte inminente, aunque en el mismo día ya haya ganado otra indulgencia plenaria.

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